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Pólvora para ahuyentar a los malos espíritus en el nuevo año

viernes, 30 de enero de 2009

Hoy ha vuelto a retronar la pólvora intensamente por las calles de Beijing. Desde las 19:30, aproximadamente, apenas se podía transitar sin ser sorprendido por los fuegos artificiales, las tracas y los petardos que lanzaban los habitantes de la ciudad, que prolongaron su festín pirotécnico hasta altas horas de la madrugada.
Es el quinto día del año lunar, jornada que pone fin a cinco días de rituales para ahuyentar a los malos espíritus y preservar la prosperidad del hogar. Tradicionalmente, el Festival de Primavera concluye con la primera luna llena del nuevo año, el decimoquinto día, una jornada que se viene a denominar Festival de los Faroles (元宵节, [yuánxiāojié]). Sin embargo, actualmente es difícil que se disfruten los quince días de la festividad. A partir de este día todo va regresando a la normalidad, los establecimientos que cerraron vuelven a abrir sus puertas, las ferias de templo se despiden, incluso la pólvora dará una tregua hasta el Festival de los Faroles.
A pesar de que la tradición de celebrar el Festival de Primavera durante quince días seguidos se ha perdido por las exigencias de producción de la sociedad actual, sobre todo urbana, he percibido que estos primeros cinco días se han vivido con gran intensidad emocional. Aparte del reencuentro familiar anual, se desarrollan una serie de rituales destinados a atraer la buena fortuna. En la cultura popular china no escasean las supersticiones y, en festividades como ésta, se dejan notar en numerosos rituales de la celebración. Algún expatriado con años aquí me comentó hace un tiempo que China, más que por religión, se movía por superstición; y creo que hay buenos argumentos para defender esta tesis.

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