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Viaje por China: la ruta

sábado, 31 de enero de 2009

Mi compañera Olalla me ha prestado su Lonely Planet para ir definiendo la ruta de mi viaje por China. Comenzará el próximo 9 de febrero, ya está señalado en el calendario, y el primer destino será Xián (西安), extremo oriental de la Ruta de la Seda y capital de las dinastías Sui y Tan bajo el nombre de Chang'an. Durante estos meses me he resistido a hacer un viaje fugaz a esta ciudad, una de las más conocidas fuera de China por los famosos Guerreros de Terracota, porque muchos conocidos me comentaron que la visita no había sido de su agrado. No obstante, a pesar de que no cumpla las expectativas, creo que este viaje ha de comenzar por la historia.
Seguiré ruta en tren nocturno hacia Chengdu, capital de la provincia de Sichuan. No tengo ni idea de cómo es la ciudad, así que será un total descubrimiento. Relativamente cerca se encuentran la montaña Emei Shan, uno de los cuatro lugares sagrados del budismo en China, y el Gran Buda de Leshan. También intentaré visitar alguna de las reservas de pandas.
De Chengdu me desplazaré a Chongqing, a orillas del río Yangtsé (长江 [Chang Jiang]), que será punto de partida de una travesía hacia Yichang o Wuhan, con parada pertinente en la Presa de las Tres Gargantas.
Será entonces cuando comience la segunda parte de este viaje por el sur de China, en avance hacia el norte por el extremo oriental del país. De los paisajes de Guilin y Yangshou, quizás también Hainan, al sincretismo estético y cultural de Hong Kong y Macao; de Guangzhou a Xiamen y a las islas Gulangyu; Hangzhou, Sushou y Huang Shan, quizás Nanjing.

Pólvora para ahuyentar a los malos espíritus en el nuevo año

viernes, 30 de enero de 2009

Hoy ha vuelto a retronar la pólvora intensamente por las calles de Beijing. Desde las 19:30, aproximadamente, apenas se podía transitar sin ser sorprendido por los fuegos artificiales, las tracas y los petardos que lanzaban los habitantes de la ciudad, que prolongaron su festín pirotécnico hasta altas horas de la madrugada.
Es el quinto día del año lunar, jornada que pone fin a cinco días de rituales para ahuyentar a los malos espíritus y preservar la prosperidad del hogar. Tradicionalmente, el Festival de Primavera concluye con la primera luna llena del nuevo año, el decimoquinto día, una jornada que se viene a denominar Festival de los Faroles (元宵节, [yuánxiāojié]). Sin embargo, actualmente es difícil que se disfruten los quince días de la festividad. A partir de este día todo va regresando a la normalidad, los establecimientos que cerraron vuelven a abrir sus puertas, las ferias de templo se despiden, incluso la pólvora dará una tregua hasta el Festival de los Faroles.
A pesar de que la tradición de celebrar el Festival de Primavera durante quince días seguidos se ha perdido por las exigencias de producción de la sociedad actual, sobre todo urbana, he percibido que estos primeros cinco días se han vivido con gran intensidad emocional. Aparte del reencuentro familiar anual, se desarrollan una serie de rituales destinados a atraer la buena fortuna. En la cultura popular china no escasean las supersticiones y, en festividades como ésta, se dejan notar en numerosos rituales de la celebración. Algún expatriado con años aquí me comentó hace un tiempo que China, más que por religión, se movía por superstición; y creo que hay buenos argumentos para defender esta tesis.

Festival de Primavera en las calles de Beijing

jueves, 29 de enero de 2009

Hoy y mañana no trabajo, no tengo clases particulares de mandarín y tampoco de kung fu y tai chi chuan, así que me he propuesto hacer una investigación de campo sobre cómo se celebra el Festival de Primavera en las calles de Beijing, ahora que la pólvora se siente menos y el viento polar ha cesado.
Estos días pasados ya había visitado ferias del templo, concretamente las del parque del Templo de la Tierra y el templo taoista de Dongyue. No obstante, decidí ir a otra que parecía mas tradicional, la feria de Chang Dian (厂甸庙会), en el distrito meridional de Xuanwu, que al parecer es la mas antigua de la ciudad con unos 500 años de historia.
Segun he leído, las actividades religiosas y comerciales que tienen lugar en las ferias del templo se remontan a la dinastia Liao (907-1125), mientras que a partir de las dinastias Yuan (1271-1368) y Ming (1368-1644), visitar las romerías se convirtió en un ritual para los habitantes de Beijing durante las vacaciones. Anteriormente, ya los comerciantes instalaban sus puestos de venta alrededor de los monasterios durante las celebraciones de índole religiosa, como el cumpleanos de Sakyamuni, fundador del budismo.
La feria del templo de Chang Dian se ubica en los aledaños de la conocida calle de Liulichan. Me decepcionó bastaste porque me esperaba más arte folklórico y me encontré con más de lo mismo: puestos de pinchos de carne, juguetes, máscaras y antifaces,... y hasta puestos de artículos para mascotas o mascotas mismas (cobayas, cigarras,...), ropa, libros infantiles, películas de DVD, cerámica,... Se parecía bastante al mercado de El Rastro, en Madrid, tanto en lo que se vendía en a calle como en la cantidad de gente que allí había. En comparacion con las otras ferias del templo que he visitado, pude observar que ésta estaba mas frecuentada por familias. Vi a muchos ancianos en sillas de ruedas acompañados de hijos y nietos.

Viaje por China: punto de partida

miércoles, 28 de enero de 2009

En los nueve meses que llevo en China apenas he viajado por el país. He dedicado buena parte del tiempo libre a estudiar mandarín, practicar kung fu (功夫) y tai chi chuan (太極拳), aproximarme a la cultura china a través del cine y lecturas, seguir en contacto con mis orígenes visitando el Instituto Cervantes, reflexionar sobre mí misma y lo que me rodea, conocer personas (otros extranjeros, para concretar) con las que explorar Beijing y hablar sobre China, despedir a muchas de ellas, interactuar lo más posible con la sociedad china,...
En julio del año pasado viajé cuatro días por la cercana provincia de Shanxi (山西) en soledad. En cierto modo fue un viaje iniciático que me ayudó a moverme con más agilidad en estaciones de trenes, negociar precios con los agentes turísticos, salir de la comodidad de Beijing, aplicar los escasos conocimientos de mandarín que tenía por entonces para comprar billetes de tren y autobús, buscar hoteles, pedir comida en restaurantes, llegar a sitios,... De Beijing tomé un tren nocturno hacia Taiyuan (太原), la capital de la provincia; de ahí me desplacé a Pingyao (平遥). Luego regresé a Taiyuan para tomar un tren nocturno hacia Datong, en el norte de la provincia, en cuyos alrededores se encuentran las cuevas de Yungang y el monasterio colgante de Heng Shan, que visité el último día del viaje. Taiyuan y Datong son ciudades industriales, mientras que de Pingyao destaca la ciudad antigua que se esconde tras sus conservadas murallas. Tanto unas como otra me parecieron interesantes desde diferentes puntos de vista. Partía con ciertos prejuicios sobre la contaminación que me iba a encontrar en las dos primeras ciudades, sobre todo en Datong, rodeada de minas de carbón, pero no aprecié demasiada diferencia con el aire que respiraba en Beijing por entonces. También encontré templos que visitar allí y, sobre todo, disfruté observando el ajetreo cotidiano de estás ciudades de provincias. Pingyao me la habían descrito como un lugar maravilloso, evocador (de hecho en una de las villas de las afueras se filmó la película de Zhang Yimou "La linterna roja"). Sin embargo, aunque admito que la ciudad antigua tiene un gran encanto, la encontré demasiado pensada para el turista.
Finalizados los Juegos Olímpicos de Beijing, a finales de agosto, aproveché que unos compañeros de Frontiers (la academia de mandarín a la que iba por entonces) programaban un fin de semana en la ciudad Chengde (承德) para hacer lo propio por mi cuenta y vernos allí. Aunque Chengde, en la vecina provincia de Hebei, no está muy lejos de Beijing y es muy turística por sus numerosos atractivos, tuve muchos problemas para encontrar un hotel donde pasar la noche. No pernocté en la calle, pero finalmente, después de varias horas de búsqueda frustrada porque al parecer no había habitaciones, tuve que alojarme en uno de los hoteles más caros de la ciudad, destinado exclusivamente para extranjeros. Me sorprendió mucho que en una ciudad en la que se puede visitar un jardín imperial catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO me vetaran el alojamiento por el hecho de ser extranjera, como me confirmaron en uno de los últimos hoteles a los que fui.
En diciembre hice unos de los viajes obligados a priori: Shanghai. No me arrepiento de haber ido, pero no creo que vuelva muy pronto. Me pareció una ciudad agresiva, aunque quizás se deba a que es más dinámica que Beijing. Me fascina la arquitectura de vanguardia y las vistas del Pudong desde el Bund me encantaron. Pero el aspecto comercial me decepcionó bastante. En algunos momentos, sobre todo paseando por Nanjing Lu (南京路), me sentí como en cualquier calle comercial del mundo, sea la calle Preciados en Madrid o la zona de Piccadilly Circus en Londres, en la que uno se ve inducido a la vorágine consumista.
Tengo muchos lugares marcados en el mapa como destinos deseables. En estos momentos estoy elaborando la ruta de un viaje por China que me llevará próximamente por las provincias de Shaanxi, Sichuan, Chongqing (municipio), Hubei, Hunan, Guangxi (región autónoma), Guangdong, Hong Kong (región administración especial), Macao (idem), Fujian, Zhejian, Jiangsu, Anhui, Henan y Shangdong. Pendientes quedan Xinjiang, Tíbet y Yunnan, regiones autónomas de China caracterizadas por la diversidad étnica. El contraste puede ser interesante.

Se busca novi@ de alquiler: respuesta de los jóvenes chinos a las presiones familiares de matrimonio

martes, 27 de enero de 2009

Muchos medios de comunicación occidentales se han hecho eco estos días de los anuncios de búsqueda de pareja temporal para regresar a casa durante la festividad del año nuevo lunar y aliviar las presiones familiares respecto al matrimonio. Poco antes de la nochevieja, según recogió el diario China Daily, una joven estudiante china de la Universidad de Pekín ofreció RMB10.000 por un novio de alquiler. En los foros y blogs de China, frecuentados por muchos jóvenes que sufren la misma presión familiar, llovieron los comentarios.
En China, fruto del pensamiento confucionista, el matrimonio es un imperativo para ser feliz y respetar la imagen de la familia. Asimismo, los vínculos con los progenitores son sagrados.
En las zonas rurales, mujeres y hombres contraen matrimonio entre los 20 y los 25 años; mientras que en las ciudades, la edad se eleva a entre 25 y 30 años. Conforme se va acercando el deadline, los padres empiezan a ejercer presión e incluso a buscar novio o novia para su hija o hijo.
En el parque Zhongshan de Beijing, en el lado oriental de la Ciudad Prohibida, los domingos se reúnen personas de avanzada edad para negociar los matrimonios de sus descendientes. Portan carteles escritos a mano, a veces fotografías, que se muestran al tiempo que ensalzan las cualidades de su hijo, su hija, su nieto, su nieta.
También sorprende algún que otro programa de televisión en los que se presentan chicas y chicos y describen al esposo o a la esposa que buscan. Después del vídeo aparece una infografía con los datos básicos: categoría profesional, sueldo, edad, aficiones,...

Visita a la feria del templo taoísta de Dongyue

Hoy he visitado otra feria del templo tradicional del Festival de Primavera, la que se celebra en el templo taoísta de Dongyue (东岳庙 [Dōngyuè Miào]), en Beijing. Por varios motivos me ha gustado más que la feria del parque del Templo de la Tierra (地坛公园 [Dìtán Gōngyuán]). Había menos gente y eso favoreció, pero también me ha parecido más genuíno por las artesanías y alimentos que se vendían, las actuaciones de acróbatas, pequeños teatros de sombras,...
El emplazamiento, un templo taoísta que data del siglo XIV y que se ha salvado de la gran transformación de la calle, circundada ahora de numerosos edificios modernos que muestran el vanguardismo arquitectónico de la ciudad, es mucho más atractivo. Entre los visitantes que hacían sus ofrendas de año nuevo quemando inciensos, se podían ver monjes taoístas, vestidos con túnicas azules y gorro negro, banderas con el símbolo del Ying y el Yang,...
Junto a la entrada y salida del templo había puestos que vendían libros para niños y adultos, películas de DVD (por supuesto pirata) -pensé en comprar alguna, confiando en que podría encontrar algún clásico del cine chino, pero me topé con una gran colección de cine bélico y cine X chino que no era precisamente lo que estaba buscando en ese momento, pero que no descarto comprar, simplemente por curiosidad-, cerámica, juguetes, frutos secos,...
Volví a casa con un pequeño farolillo rojo para colgar en el balcón y un surtido de textil (bolso, delantal y bolsa para colgar en la pared y guardar cosas en bolsillos o simplemente adornar). Por el camino encontré a una vendedora ambulante de películas en DVD y me traje un surtido de los últimos estrenos de Hollywood para ir preparando mis quinielas para los Oscar.

新年快乐!: Comienza el año de la vaca

lunes, 26 de enero de 2009

Hoy es el primer día del nuevo año lunar, dedicado al buey o a la vaca ( 牛 [niú]), que se celebra en buena parte de Asia oriental; principalmente en China, precisamente por eso se suele denominar "año nuevo chino", pero también en Singapur, Vietnam, Coreas, Japón,... pueblos tradicionalmente influidos por la cultura han.
Este es también mi primer "año nuevo chino" en China. Aterricé en Beijing el 19 de abril de 2008 por la mañana. Han pasado más de nueve meses desde entonces, pero tengo un perfecto recuerdo de la llegada. Y, aunque después de nueve meses ya se ha visto mucho de esta ciudad, he de decir que el espectáculo popular de fuegos artificiales de la nochevieja del año lunar me han dejado fascinada.
Me uní a otros amigos extranjeros que viven en Beijing en casa de Janaina y Paula, dos compañeras brasileñas, para celebrar juntos la nochevieja del año lunar, conocida aquí como 除夕 [chúxī]. La tradición china marca que la nochevieja se celebra en familia, cocinando pequeñas empanadillas (饺子 [jiǎozi]), siguiendo la gala de fin de año de la CCTV y espantando a los malos espíritus que llegan con el cambio de año con ayuda de la pólvora; pero como 老外 [lǎowài] que somos, lo celebramos a nuestra manera. Nos juntamos un grupo de extranjeros que bien podría ilustrar una viñeta de la era global que dicen que vivimos (brasileñ@s, mexicana, franceses, italiana, suecos con ascendencia iraní y libanesa, egipcia, indio, búlgara, española,...). La fiesta comenzó con comida y bebida (sakerinhas con sabor brasileño), siguió con música, bailes, fotos, guitarras y magníficas improvisaciones de mi tocaya mexicana. Cuando se acercaba la medianoche el cielo de Beijing se llenó de luz y color. Nos aproximamos a la ventana de la habitación de Janaina, en un decimonoveno piso, para contemplar el espectáculo, que se prolongaba sin fin. Regresar a mi casa fue una tortura por los petardos, que no dejaban de sonar y sorprender a cualquier viandante que se arriesgase a atravesar la noche.
Estos días del Festival de Primavera (春节 [chūnjié]), como se denomina en China esta fiesta, estoy tratando de acercarme a la celebración popular. Hoy he ido a una de las ferias del templo (庙会 [miàohuì]) más conocidas y, por ende, más concurridas de Beijing, la que se organiza en el parque del
Templo de la Tierra (地坛公园 [Dìtán Gōngyuán]). Me ha impresionado el colorido, dominado por el rojo de los farolillos que colgaban de los árboles. El ambiente, a pesar de la mucha (excesiva) gente que había, era sensacional.